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¿Por qué escriben los médicos escritores?

20 diciembre, 2022 0 comentarios

¿Por qué escriben los médicos escritores?


Por el Dr. Dario Di Toro

 

Resumen

¿Por qué un médico decide escribir hasta dejar de lado su profesión? La pregunta no tiene una respuesta uniforme y está enmarcada en la historia personal de cada uno de nosotros.

La historia nos muestra que los diferentes galenos que se dedicaron a la literatura tuvieron percepciones, motivaciones  y objetivos distintos. La escritura tiene muchas funciones para quienes eligen adentrarse en su misterioso mundo. En estas líneas vamos a intentar mostrar cuáles fueron los motivos y las causas que llevaron a simples médicos a  transformarse en renombrados escritores y revolucionarios de la literatura a nivel mundial. Cambiando el olor característico de los hospitales por la fragancia hipnotizante de la tinta fresca y reemplazando el estetoscopio por la pluma.

“Escribo porque sufro, con la esperanza entre los dientes”, escribió John Berger; sufrir y ser testigos del sufrimiento ajeno es el pan de cada día en la profesión médica.

No hay nada más que atormente a un médico que ser testigo del dolor, la incapacidad, la desesperación y hasta la muerte misma. No hay nada más frustrante que intentar ayudar al otro y que todos nuestros esfuerzos sean en vano.

¿Por qué un médico decide escribir hasta dejar de lado su profesión? La pregunta no tiene una respuesta uniforme y está enmarcada en la historia personal de cada uno de nosotros.

La historia nos muestra que los diferentes galenos que se dedicaron a la literatura tuvieron percepciones y objetivos distintos.

Por ejemplo, Arthur Conan Doyle, el creador del famoso detective Sherlock Holmes, era un médico observador y meticuloso, con un potente razonamiento deductivo; diagnosticaba con gran acierto la mayoría de la enfermedades. A finales del siglo XIX, sus diagnósticos eran estériles dado que los tratamientos disponibles eran rudimentarios. En cambio, la medicina forense comenzaba su época de auge con las bases de la balística, la fotografía y las huellas dactilares para identificar a
los malvivientes.

Arthur Conan Doyle, aburrido y frustrado por las limitaciones de la clínica, trasladó su inclinación deductiva por la observación al ámbito de la ciencia criminal. En este caso la escritura lo ayudó a combatir el desengaño por sus increíbles diagnósticos infructuosos.

Publicó más de veinte novelas entre policiales e históricas y algunos relatos sobre la práctica médica (La lámpara roja 1894).

Antónv Chéjov, que además de médico, fue un escritor y dramaturgo ruso que comenzó a escribir como una forma de ganar dinero para sostener a su familia. Ante los problemas económicos de su padre y la necesidad de costear sus estudios, Chejov empezó a escribir relatos humorísticos cortos y caricaturas de la vida en Rusia bajo el pseudónimo de “Antosha Chejonté” para un diario popular en la ciudad de Moscú.

Fue el maestro del relato corto y es considerado dentro del teatro ruso como un representante fundamental del naturalismo moderno. Su obra literaria fue más importante que su actividad médica, aunque en una carta a su amigo acuñó esta famosa frase: “La medicina es mi esposa legal y la literatura es solo mi amante”.

Si hablamos de escritores contemporáneos no podemos dejar de nombrar a Robin Cook . Este escritor norteamericano posee una bibliografía de más de cuarenta thrillers médicos , algunos fueron llevados a la pantalla grande como la famosa película “Coma”.

Para Cook su literatura tiene una función pedagógica, y su objetivo es mostrar que la salud está condicionada por intereses económicos y por una falta total de ética. El asegura que la práctica de la medicina es muy distinta a la visión romántica que tiene la sociedad de la misma y sus thrillers muestran claramente esta contracara. Este autor tomó reciente notoriedad  con la publicación de  su libro “Pandemia “ en 2018 , anticipando una situación  muy similar a lo acontecido con la aparición de COVID19.

El caso del neurólogo britanico Oliver Stack es mucho más complejo y apasionante, encontró en la literatura una forma de hacerse visible, una manera de ser tomado en cuenta. Stack era homosexual, lo que le provocó el rechazo familiar incluso hasta de su madre, y sus teorias medicas eran tomadas por su colegas con poca seriedad. Todo cambió después de la publicación de su bestseller:“El hombre que confundió a su mujer con un sombrero” inspirado en historias de personas con enfermedades neurológicas. Su fama mundial llegó de la mano de su libro Awakenings (Despertares) que originó la película nominada para tres premios Oscar y fue protagonizada por  Robin Willliams y Robert de Niro.

“Cuando escribí “Efectos adversos”, una novela inspirada en un fraude en investigación acontecido en Argentina en los años noventa, del cual fui un testigo involuntario. La escritura me sirvió como una forma de reparación interna, para ordenar mis pensamientos y sentimientos negativos acumulados que me titilaban como pendientes en la agenda de mi inconsciente.

Este hecho cambió mi vida médica y con la escritura de la novela le dí el último punto de sutura a una vieja herida. Cuando terminé el último párrafo recién ahí pude dejar descansar en paz este acontecimiento en el cementerio de mi historia. En mi caso la literatura resultó sanadora”.

Independientemente de las razones por las cuales un médico se dispone a escribir, la escritura siempre es recomendada,  aunque solo sea para después abandonar lo escrito en un cajón. Escribir es una herramienta terapéutica y de reflexión muy poderosa. Escribir es una forma de plasmar en el consciente nuestros temores, preocupaciones y fantasmas inconscientes. Es una forma de psicoanálisis casero, de procesamiento mental que para algunos es imprescindible a la hora de sobrellevar esta profesión.

Como médicos tenemos una obsesión compulsiva por sanar, aunque pocas veces nos preguntamos: ¿Quién nos cura a nosotros? ¿Cómo hacemos para convivir con nuestros miedos? ¿A dónde van a parar nuestras frustraciones?

La escritura puede ser la respuesta a esta y otras preguntas, porque contar historias a veces puede ser una herramienta terapéutica útil a la hora de ayudarnos a sanar a los demás y  principalmente a nosotros mismos.

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