SBAO – Sociedade Brasileira de Administração em Oftalmologia
“Decidir, esa es la cuestión.”
Gestión de RH en la salud
Márcia Campiolo – Brasil
contato@marciacampiolo.com.br
Vivir es tomar decisiones. En cada instante tenemos que decidir para dónde miramos, si vamos a sonreír, lo que comer, comprar, lo que decir, o sea, decidir es parte de la vida.
En el trabajo, las decisiones son cruciales para determinar el éxito del profesional, puesto que cada elección tiene consecuencias, buenas o malas, que se reflejan directamente en el rumbo que toman los resultados y en el desarrollo de la carrera.
En la gestión de recursos humanos, la toma de decisiones recae sobremanera sobre quién decide y sobre el objeto de la decisión. De esta manera, decidir sin pensar y sin discreción conlleva consecuencias en esta misma lógica.
Es muy importante considerar cuidadosamente las alternativas y tener equilibrio, ponderación y sabiduría para elegir la mejor.
Para eso, brindo algunos consejos que pueden ayudar en el proceso de la toma de decisiones:
- Examinar cuidadosamente el problema para tratar de entender todos sus ángulos. Se cometen muchos errores por desconocer la materia con más profundidad. Para ello, utilizar diversas fuentes y puntos de vista.
- Plantear posibilidades y alternativas de “salidas” para la cuestión que se presenta.
- Siempre que sea posible o necesario, buscar las opiniones de otros que puedan haber pasado por una situación similar o tener un buen conocimiento del asunto. Esta es una actitud de sabiduría que nos puede llevar a alternativas más estructuradas.
- Sin embargo, aunque se busque la opinión de terceros –de ser necesario–, reconocer que la decisión final es personal y debe ser fruto de una reflexión equilibrada de toda la información que se obtuvo, sumada al sentido común y a una visión estratégica. La opinión ajena nos puede llevar a trampas que conducen a decisiones orientadas a los intereses de terceros y no exactamente a los nuestros propios. Así que, a pesar de ser una rica fuente de información, tenemos que tener precaución.
- Debemos respetar el tiempo: no ser lento ni precipitado en las decisiones. La precipitación suele provocar tomas de decisiones sin la debida reflexión. Por otro lado, el exceso de morosidad tampoco es productivo. Lograr el correcto equilibrio de tiempo en esta materia es uno de los requisitos obligatorios para una elección equilibrada.
- En las decisiones que deben tomarse rápidamente, esforzarse en lo máximo para tratar de mantener la concentración y no dejar que las emociones nublen el razonamiento. En lo posible, conservar la emoción y la razón en equilibrio para mantener el control de la situación.
- Al analizar las alternativas, tratar de prever las posibles consecuencias positivas o negativas de cada una de ellas. Reconocer que lo importante no es apenas decidir, sino ser consciente de lo que posiblemente suceda después de elegir.
- Tratar de no tomar decisiones bajo mucho estrés y ansiedad. Ante estados emocionales de elevada tensión, suele inhibirse la capacidad de tomar decisiones con equilibrio. Tener cuidado en esos momentos para no tomar decisiones que sean llevadas más por el torbellino de las emociones que por la sabiduría y la ponderación.
- Estar dispuesto a afrontar las consecuencias de la decisión, puesto que todo lo que hacemos conlleva numerosos sucesos positivos o negativos. El estar preparado para recibir estas situaciones depende de la madurez y la profundidad de analizar las alternativas de quien decide, así como de la preparación personal para “sostener” el peso de sus propias decisiones.
- Aprender de los errores: no martirizarse si en algún momento no se eligió la mejor alternativa. Nadie es infalible. El error puede ser una fuente de aprendizaje muy rica. Solo debemos tener la tranquilidad para entender lo que sucedió y extraer el aprendizaje.
Una decisión logrará el respeto del grupo implicado si quien decide demuestra confianza y conocimiento de la razón por detrás de tal decisión. De esta manera, todos se sentirán más seguros y confiantes para acatar la decisión. - Si se elige mal, no tener recelo de reconocer que hubo error en la elección y, de ser posible y necesario, tratar de revertir las decisiones equivocadas, disculparse, reconocer el error. El gran logro no es acertar siempre, sino acertar la mayor parte del tiempo. Esta es una misión muy difícil y exige búsqueda constante.
Séneca fue un gran filósofo cuyas palabras transmitían una profunda sabiduría. Con respecto a las decisiones, dijo: “Raros son los que se deciden después de madura reflexión; la gran mayoría anda a la merced de las olas y, lejos de conducirse, se dejan llevar por los primeros.”