Artículo Especial: Decisión e indicación del lente intraocular en la catarata infantil
Dra. Ana Paula Silveira Rodrigues – Brasil
El tratamiento de catarata que más dudas plantea es el uso de lentes intraoculares (LIO) para corregir la afaquia.
Entre esas dudas está el momento del implante de los LIO: tras la remoción de la opacidad ocular (Implante primario) o en un segundo momento, después que los ojos pediátricos hayan sufrido todas las alteraciones relacionadas con el crecimiento ocular (implante secundario). Esta duda es aún mayor cuando el paciente es un bebé. Ya es consenso en la literatura1-3 de que niños mayores de dos años de edad se benefician del implante primario, pero para los que tienen menos de dos años, los resultados no son tan claros.
Estas dudas motivaron la realización del primer estudio multicéntrico, prospectivo, aleatorio de catarata congénita, el “Infant Aphakia Treatment Study (IATS)4”. El principal objetivo de este estudio –encabezado por Scott Lambert de la Universidad Emory (Atlanta)– fue evaluar la rehabilitación de bebés con catarata unilateral. Después de la cirugía de catarata, se trató la afacia en un grupo con LIO y en otro con lentes de contacto. En este estudio participaron bebés con catarata congénita que tenían entre 1 y 6 meses de vida, y los resultados se publicaron después de 1 y 5 años de seguimiento. Se evaluaron varios factores, como los resultados visuales, las complicaciones y las tasas de segunda operación, el cumplimiento con la oclusión y el estrabismo, entre otros, lo que culminó en diversas publicaciones.
Los resultados visuales, ya sea durante el primer o el quinto año de seguimiento, se asemejaron mucho en los dos grupos, aunque las tasas de complicaciones y de segunda operación fueron mayores en el grupo de bebés con LIO, lo que nos motivó a usar lentes de contacto en bebés para corregir la afaquia.5,6,11
Otra conclusión importante de este estudio fue que el tratamiento posoperatorio es fundamental para un buen resultado visual, además de contar con refracciones actualizadas en ambos grupos, el uso adecuado de la corrección y la máxima reducción posible de la ambliopía con oclusión del ojo contralateral, de acuerdo con los protocolos establecidos. La mejor observancia al tratamiento oclusivo estuvo directamente relacionada con la agudeza visual. Por consiguiente, las mejores agudezas visuales produjeron mejores observancias a la oclusión, lo que se ve a menudo en la práctica diaria. Como también ya se ha demostrado, esta etapa del tratamiento posoperatorio depende mucho de los padres y los responsables por el cuidado del paciente.7
Los recientes avances en instrumentos y técnicas quirúrgicas en ojos de niños han permitido una disminución significativa de las tasas de complicaciones, pero a su vez aumentaron las preocupaciones con los resultados refractivos.
Los ojos pediátricos presentan algunas peculiaridades que siempre se deben recordar: menor diámetro anteroposterior, curvaturas corneales más acentuadas y cámara anterior estrecha.8 Todos estos parámetros están involucrados en la biometría. Además de estas características, el ojo del niño está en crecimiento. Este crecimiento es rápido en los primeros dos años de vida y continúa de manera menos acelerada hasta alrededor de los 10 años, cuando la longitud axil del ojo alcanza el valor correspondiente al de los ojos de los adultos. Se ha demostrado por medio de estudios que los ojos crecen en torno de 0,62 mm/mes en los primeros 6 meses de vida, 0,19 mm/mes entre los 6 a 18 meses y 0,01 mm/mês hasta los 18 años, y el mayor crecimiento sucede en los primeros 24 meses de vida.8
Otra dificultad para realizar la biometría de estos niños tiene que ver con la técnica y la exactitud de las pruebas. Para la prueba de biometría dependemos de la colaboración del paciente (fijación y centralización adecuadas), lo que en la mayoría de las veces no se consigue con bebés y niños pequeños. Una opción para la falta de cooperación de estos pacientes sería la sedación; pero el decúbito dorsal, por efecto de la gravedad en el ojo, sería un agravante adicional que podría provocar error biométrico por aplanamiento ocular. Los errores en la medida de la longitud axil son los que más contribuyen para el error en el cálculo del poder del lente intraocular. Se asigna 2,5 D para cada milímetro de error en ojos emétropes y se aumenta este valor para 3,75 D en ojos menores (20 mm).
Al mismo tiempo que se atribuyen al “shift miópico” las discrepancias refractivas tardías, los errores refractivos precoces se atribuyen a los errores de cálculo del lente intraocular.
La longitud axil ocular puede obtenerse mediante las técnicas de contacto o inmersión. En el método de contacto existe la posibilidad de haber compresión corneal, lo que podría disminuir más aún la longitud axial. Por otro lado, el método de inmersión eliminaría este factor y ha demostrado ser superior en adultos. Sin embargo, en una investigación realizada por la Academia Estadounidense de Oftalmología Pediátrica y Estrabismo (AAPOS) se constató que el método más utilizado por los cirujanos es el de contacto, principalmente por la facilidad de poder hacer la prueba en el propio centro quirúrgico.9
Todas las fórmulas disponibles para el cálculo del poder del LIO fueron creadas para adultos. Hasta el momento no existe ninguna fórmula para ojos pediátricos, un motivo más para posibles errores de cálculo. La literatura médica dispone de varios estudios en los que se han comparado las distintas fórmulas para el cálculo del LIO, pero las variables involucradas en la población pediátrica son numerosas.
Entre las opciones de refracción “target” en el posoperatorio disponemos de emetropía, miopía, hipermetropía, anisometría y monovisión. Las dos primeras opciones, emetropía y miopía, presentan ventajas en un primer momento porque corrige la ametropía y, por lo tanto, disminuye la posibilidad de ambliopía, que es la principal causa de falla visual en niños sometidos a cirugía de catarata. Pero a largo plazo, con el crecimiento ocular de los ojos infantiles ‒“shift miópico”‒, la manifestación de altas miopías es inevitable. Las dos últimas opciones, anisometropía y monovisión, son las que menos se utilizan.
La tendencia y la evidencia revelan que la mejor opción de corrección sería realizar una hipermetropía leve inicial corregida con gafas, para que en el futuro, cuando llegue a la edad adulta, el paciente alcance la emetropía.10
Y, finalmente, ¿qué LIO escogemos para los niños? ¿Cuál es el LIO ideal para niños?
Nuevamente, lo que disponemos en la literatura son resultados obtenidos en adultos que se extrapolan para los niños. No podemos olvidar que, en Estados Unidos, la Food and Drug Administration (FDA) aprobó el uso de LIO solamente para mayores de 18 años; para menores de esta edad se considera “off label”. El uso de LIO en niños se debe llevar a cabo tras examen oftalmológico cuidadoso y después de abordar con los padres y los responsables de su cuidado los riesgos y beneficios de los lentes intraoculares. Este hecho se comprobó aún más después que en el Infant Aphakia Treament Study se hubiese demostrado que los resultados visuales en bebés habían sido similares en los dos grupos aleatorizados. Sin embargo, el grupo con lente intraocular presentó muchos más efectos adversos y la necesidad de una segunda operación que el grupo que tuvo corrección con lentes de contacto.6,11
En una investigación realizada con médicos miembros de la AAPOS publicada en 2007 se demostró que los lentes más usados por los cirujanos son los de acrílico hidrofóbico. Además, se constató que el lente de una sola pieza es la primera opción para implantes en la bolsa capsular y el con tres piezas, para los implantes en el surco. Los lentes multifocales se utilizan muy poco debido a las limitaciones de su uso.12 Un buen resultado con los lentes multifocales depende de una biometría precisa y un buen centrado del lente intraocular, factores que aún no hemos logrado en el tratamiento de la catarata infantil.
Una de las principales complicaciones en el posoperatorio de catarata en niños es la opacidad del eje visual. Las tasas varían mucho en la literatura, pero factores tales como la técnica quirúrgica y la elección adecuada del LIO parecen disminuir dichas tasas significativamente.13,14
Por lo tanto, cuando optamos por tratar un niño con catarata y, principalmente si es bebé, debemos tomar en cuenta todos los factores descritos anteriormente. Una decisión consciente y compartida con los padres es fundamental para el éxito visual de estos niños.
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