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La marea de los tiempos: pintura y política

9 abril, 2022 0 comentarios

La marea de los tiempos: pintura y política

Omar López Mato

Todo acto humano es un acto político, porque sobre la relación entre los hombres siempre se proyecta la sombra de la coerción.

La actividad artística siempre ha poseído la capacidad de influenciar al mundo que la rodea mediante la simbolización. En el caso del arte rupestre, el hombre primitivo le atribuyó a estas imágenes la capacidad de consumar mágicamente sus deseos. Los jefes tribales intentaban, a través de estos símbolos, asegurar la caza que les permitiría sobrevivir. Las imágenes creadas por los hombres también parecían estar investidas de poderes sobrenaturales, mágicos y/o animistas que merecían ser veneradas.

Satisfechas las necesidades básicas por el asentamiento de las civilizaciones gracias a la agricultura, otras fueron las metas. El arte egipcio pretendía, mediante un complejo sistema gráfico, asegurar la vida más allá de la muerte. Los griegos buscaron reproducir la naturaleza con precisión y armonía buscando la proporción áurica de las cosas; para ellos el arte (tekné) era virtud y técnica. Los romanos, además de representar los detalles de la vida diaria, pretendieron eternizar los grandes acontecimientos de su glorioso imperio, que incluía la virtuosa muerte por la patria (“Dulce et decorum est pro patria mori”, según el poeta Horacio).

En el Medievo, la teocracia que regía a Europa exaltó la figura de Cristo y su poder atemporal para sustentar la credibilidad del sistema. El rey era rey por voluntad de Dios.

Después de la revolución francesa, los gobiernos civiles realizaron una construcción histórica elevando a sus líderes al mármol, al bronce y a los grandes lienzos, con lo que edificaron las diferentes identidades nacionales.

La imagen otorga al mensaje un valor profundamente movilizador, tanto o más que las palabras o la música. Parte del éxito de su penetración entre las masas del nazismo, el fascismo y el comunismo, se debió ́, justamente, al manejo de las imágenes. La esvástica, la hoz y el martillo, el águila bicéfala y el gorro frigio se convirtieron en símbolos de las pasiones de su tiempo.

Por otro lado, una obra de aparente inocencia encuentra su significado profundo según el contexto que la rodea y, de esta forma, puede convertirse en un canto a la libertad, en un himno contra la opresión o en el símbolo de una época. Las obras de Paul Klee, por ejemplo, no parecían contener otro mensaje más que el de la renovación estética. Él mismo decía que “el poder del artista es espiritual, pero el poder de las mayorías es material”. Para muchos artistas raramente coincidieron estos mundos. Sin embargo, en el caso de Klee, el poder espiritual y el de las mayorías entraron en conflicto cuando los nazis incluyeron sus obras en el Entartete Kunst, la muestra de Arte Degenerado. Fue en ese contexto cuando las geometrías distorsionadas del artista suizo se convirtieron en un mensaje que debía llegar a todos los hombres: la intromisión del Estado en la libertad de expresión continúa siendo la carga más pesada de la política.

Hegel era de la opinión que el arte siempre está condicionado por su tiempo, aunque exista un arte pasatista y atemporal. En otras oportunidades la obra de arte se convierte en mensaje político por omisión. Como decía Theresa Bayer, “los artistas son como los canarios de las minas, cuando dejan de cantar seguramente habrá represión en el futuro inmediato”.

En estas entregas analizaremos el significado político de obras emblemáticas que, por sus propias características y el contexto en el que fueron creadas y expuestas, la sociedad les concedió un significado especial. Estas obras se convirtieron en el retrato de la realidad política de un tiempo determinado que no necesariamente corresponde al momento de su concepción ni a las intenciones originales del artista. Las sociedades se reinventan y en el proceso buscan la mejor forma de expresar sus transformaciones, sea explorando las nuevas variables o buscando en el pasado.

Ocultas, sublimadas, manifiestas o distorsionadas, las más de las veces solo nos llega una parte del mensaje que el tiempo o las circunstancias ayudan a exaltar, minimizar u olvidar.

Estos textos son una pincelada que intenta evocar a través del arte la historia de occidente, además de abrigar la pretenciosa intención de rescatar las circunstancias que le otorgaron a estas pinturas la distinción de ser elevadas a un plano referencial, sometidas a las pasiones que acompañan a las mareas de los tiempos.

Senecio • Paul Klee • 1922 Kunstmuseum, Basilea, Suiza.

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